martes, 28 de mayo de 2019

El "apoyo" a Palestina como una nueva forma de antisemitismo

El antisemitismo o judeofobia (algunos señalan esta última como la palabra que debe emplearse), es un fenómeno social muy antiguo, sin un origen claro. Consiste en la discriminación a las personas que practican el judaísmo o que provienen de familias con antecedentes en esa religión.



Judíos vuelvan a casa



Antiguamente, particularmente después del origen del cristianismo (derivado éste del judaísmo), a los judíos se les adjudicaba, entre otras cosas:

Haber matado a Cristo.- Una creencia absurda, ya que según los textos sagrados de los cristianos, fueron los romanos quienes crucificaron a Cristo y este resucitó posteriormente al tercer día.

Blasfemar en contra de Cristo.- Durante la Edad Media, algunos religiosos cristianos se esforzaron en demostrar que el Talmud contenía historias siniestras ensuciando el nombre de Cristo. Esto no es así, sino que algunos adjetivos hebreos tenían pronunciaciones similares al nombre latino "Jesús", y aunque los sabios judíos trataron de explicar esta situación en cuantiosas ocasiones, los cristianos siempre se empecinaron en dañar a estos judíos.

Comerse niños y desacrar hostias consagradas.- Otro libelo de sangre completamente falso, en donde siempre que había una desgracia se culpaba a los judíos de hacer cosas horrendas, esto aunque la propia religión lo prohíbe.

Además de las relacionadas con la religión, hubo otras muestras de odio gratuito en donde se acusaba a los judíos de traer la peste, dañar cosechas, etc.

Por si estos agravios no fueran suficientes, al terminar el feudalismo y comenzar la era de la acumulación del capital, se acusó a los judíos de acumular el dinero y conspirar para adueñarse del mundo. Pareciera que el odio cada vez crecía más y más sin ninguna razón.

Para la época de la Primera Guerra Mundial, ya ni siquiera las personas no religiosas se salvaban del odio, bastaba con que uno de sus padres o abuelos hubiera sido judío para que la gente los incriminara de cualquier crimen o los acusara de traición a la patria. Comenzaba la era de los nacionalismos y el orgullo patrio, y a los judíos nunca se les trataba como ciudadanos a pesar de haber nacido en un territorio y protegerlo con su vida durante la guerra.

El clímax de todo llegó con la Segunda Guerra Mundial, cuando se deportó a cualquiera persona que practicara judaísmo o descendiera de judíos, es decir, Alemania (y posteriormente todos los territorios conquistados por ella) les quitó de forma automática la ciudadanía a sus propios residentes y los concentró en campos de trabajos forzados buscando su destrucción.

Si bien es cierto que muchos otros grupos fueron encerrados y tratados como enemigos (entre ellos homosexuales y gitanos) estos no fueron perseguidos de forma sistemática. Por ejemplo, si a un hombre lo encerraban por ser homosexual, no se perseguiría a su familia para encerrarla también; y a diferencia de los gitanos, el Partido Nacional Socialista consideraba que los judíos eran una raza, y se crearon leyes una y otra vez para quitarles derechos ciudadanos basados en horrendos principios raciales.

El resultado fue terrible, millones de personas muertas. Fue algo tan abominable que, al terminar la guerra, se creó la Organización de Naciones Unidas para evitar que algo similar volviera a suceder. La lección parecía haber sido aprendida... o no.

Estamos comenzando el siglo XXI, lleno de avances tecnológicos; pero el odio hacia los judíos no para de avanzar. Si bien es cierto que en todos los grupos hay buenas y malas personas, en el caso del judaísmo pareciera que no importa que tantos filántropos existan, o los inventos que aporten, o las investigaciones o la ayuda humanitaria, siempre existirá el odio y el prejuicio, siempre habrá quien piense que los judíos quieren apoderarse del mundo, que son avaros, asesinos, ladrones, explotadores, aunque nunca en su vida hayan conocido una sola persona que sea judía.

Y para empeorar el problema, ahora surge una nueva forma de antisemitismo que se añade a todos los agravios anteriores: ser genocidas.

La mayor parte de los judíos vivimos en lo que se conoce como "diáspora", es decir, somos ciudadanos de los países en en los que nacimos. No vivimos en Israel, no somos ciudadanos de ese país, no podemos votar ni tomar decisiones, y muchos nunca lo hemos visitado. Claro tenemos una conexión espiritual por toda la historia y tradición, pero políticamente no tenemos ninguna injerencia.

Aún así, para una gran cantidad de personas en todo el mundo, los judíos de la diáspora son responsables de lo que, según dicen, es un genocidio: la ocupación militar por parte de un país llamado Israel, de un territorio que anteriormente pertenecía a los británicos, luego a Egipto y Jordania. La antigua Palestina del protectorado británico.

Esta nueva forma de antisemitismo permite a quienes fomentan el odio, atacar los judíos por cualquier causa. Si un judío protesta por alguna injusticia, se le echa en cara la ocupación de Palestina; si habla de los problemas de su propio país, mejor que deje de asesinar niños palestinos; si habla de política, como se atreve cuando Israel bombardea Gaza.

La guerra, en cualquier parte del mundo, es lamentable. Son muchas las causas de ésta, casi nunca es algo unilateral, y siempre son los ciudadanos de los países involucrados los que sufren las consecuencias; sin embargo, rara vez se acusaría a un chino de ser genocida por la matanza en el Tibet, o a un estadounidense por la invasión a Irak, se culpa siempre a los gobiernos y a los dirigentes.

En el caso del conflicto árabe-israelí, por increíble que parezca ¡Se culpa a los judíos de todo el mundo!

A las personas antisemitas poco podrían importarles los niños palestinos o los bombardeos de Gaza. No conocen lo que piensan los habitantes de esa región (muchos de ellos sólo desean la paz, no les pasa por la cabeza que Israel desaparezca) ni se interesan por saber sus costumbres. Muchos antisemitas denostan también la religión musulmana, pero cuando se trata de judíos no dudan en declararse así mismos como "simpatizantes de la causa palestina" y aseguran apoyar a Palestina en la "lucha por la resistencia", aunque sea desde la comodidad de sus casas no afectadas por la guerra.

Palestina no podría importarles menos, lo único que quieren es un pretexto para atacar judíos.


¿Qué tan grande es el problema?

Tan grande como para que más de 500 personas en una publicación de Internet, que nada tenía que ver con Gaza, Cisjordania ni Israel, acusen a los judíos de genocidas y asesinos, les digan que se regresen a su país (según ellos Israel, da igual lo que diga su acta de nacimiento o el idioma que hablen) y que inmediatamente después se diga que Israel no debería existir.

Tan grande como para que sinagogas en toda Europa y América sean atacadas y personas inocentes, que sólo estaban rezando, sean asesinadas.

Tan grandes como para que los funcionarios de Alemania declaren que no es seguro caminar por las calles usando kipá.

La idea última tras esos razonamientos es muy clara: los judíos no deberíamos existir.


¿Qué hemos hecho para ser tan odiados?

Nada, absolutamente nada. Seguimos nuestra religión, la cual está llena de fiestas, alegría y valores. La que que nos obliga a dar a quien menos tiene, proteger a los animales, cuidar de huérfanos y viudas, visitar a los enfermos y rezar tres veces al día. Y sin embargo, ahí están hordas de gente tratando de aniquilarnos y corrernos de nuestros países, todos ellos considerándose a sí mismos buenos ciudadanos y buenas personas.

Quiero creer que son más las personas que usan el sentido común y no se dejan llevar por los modernos libelos de sangre; pero tristemente veo, que los tiempos de la Edad Media vuelven; no mucha gente se moviliza para evitarlo, y basta con que una persona poseída por el odio llegue al poder, para volver a repetir la historia del holocausto, que muchos se esfuerzan por negar.

¿Cuándo acabará? ¿Cuándo podré  practicar mi religión sin que alguien me eche en cara lo mala persona que soy por eso?