miércoles, 11 de marzo de 2015

EL SIONISMO

El fundador del Movimiento Sionista fue Theodor Herzl, un periodista austro-húngaro que vivió a finales del siglo XIX.

SIONISMO, THEODOR HERZL

Aunque Theodor provenía de una familia judía, él en sí no se consideraba como judío puesto que no era practicante en ningún sentido, creía de hecho que todos los problemas del judaísmo, incluyendo la discriminación, provenían de la práctica religiosa y que la única forma de acabar con ellos era a través de la conversión masiva al cristianismo; sin embargo, cambió drásticamente su opinión a partir del caso Dreyfus.

El caso Dreyfus fue un escándalo muy sonado sobre discriminación, particularmente judeofobia, que se dio en París, Francia, en 1894. Ese año se acusó a Alfred Dreyfus, un capitán del Ejército Francés, de espionaje y de haber entregado documentos secretos a los alemanes, esto sin haber una sola prueba de por medio. Dreyfus fue juzgado en el tribunal militar y condenado a cadena perpetua por el delito de "alta traición", castigo que habría de cumplir en la Isla del Diablo, una prisión de máxima seguridad ubicada en la Guyana francesa.

A pesar de que la familia de Dreyfus reunió las pruebas necesarias para comprobar su inocencia e incluso encontró al verdadero traidor, el tribunal no quiso retirar la condena, lo cual fue celebrado por sectores conservadores de la sociedad francesa. Muchos grupos antisemitas consideraron esto como una victoria e iniciaron varios ataques a las comunidades judías, hubo varios muertos.

No había ninguna prueba de culpabilidad en Dreyfus, había sido acusado por sus propios compañeros cuando supieron que provenía de una familia judía aunque él era un hombre laico que no se interesaba por la religión y que había dedicado casi toda su vida al servicio del ejército. Al saber esto, varios intelectuales de la época se pronunciaron a favor de Dreyfus y su libertad. Al mismo tiempo la prensa antisemita incrementó sus publicaciones, particularmente las del caso Dreyfus. el caso empezó a trascender en los medios y a nivel internacional, y sociedad francesa se polarizó entre los que estaban a favor y contra del capitán acusado.

E conflicto llegó a tal grado que el tribunal tuvo que reabrir el caso, aunque nuevamente falló en contra de Dreyfus, pero esta vez, por circunstancias "atenuantes", le dieron diez años de prisión. Finalmente el Presidente de Francia, Emile Loubet, le concedió un indulto; pero la inocencia de Dreyfus fue reconocida hasta 1906. Dreyfus se reincorporó al ejército como Comandante.

En ese entonces, Theodor Herzl estaba cubriendo el caso para el diario el "Die Freie Presse" de Viena. Le impresionó sobremanera la literatura antijudía que se dio en gran parte de la prensa francesa y se comenzó a sentir identificado con el caso, pues se dio cuenta de que la práctica religiosa no era la razón de la judefobia, sino sólo el hecho de haber nacido en una familia judía o tener algún familiar judío. Se preguntaba como podía suceder eso en un país tan civilizado como Francia, y por primera vez fue consciente de que algo así podía sucederle a él, aunque no fuera religioso.

Uno de los sucesos que más le impactaron, fue durante la ceremonia de degradación de Dreyfus. Al salir del edificio, los numerosos asistentes ahí congregados empezaron a gritar consignas como ¡Muere Dreyfus! ¡Muerte a todos los judíos!

Con este caso, Herzl se dio cuenta de que en realidad no había forma de combatir el antisemitismo, ni siquiera asimilándose y dejando se ser judío, como era el caso de Alfred Dreyfus y el suyo propio. Entonces comenzó a surgir en él un sentimiento nacionalista acorde a la época, y llegó a la conclusión de que los judíos estaban expuestos al odio y la destrucción porque sus propios países los consideraban extranjeros y no les concedían la protección que todo Estado debiera dar a sus ciudadanos, luego entonces consideró que la única solución era que los judíos contaran con su propia patria y un Estado que los defendiera y les permitiera vivir con libertad.

 En su obra "Den Judensatat", "El Estado Judío", publicada en 1896, Theodor Herzl desarrolla sus tesis nacionalistas. Este texto no fue bien recibido por el Movimiento Reformista, quien en sus inicios tenía firme creencia de que no era necesario llegar a tal extremo, sino que un judía podía perfectamente conservar su identidad religiosa y ser al mismo tiempo un ciudadano que viviera de acuerdo a la cultura de su propio país. Los sectores más ortodoxos tampoco aceptaron el ensayo, al considerar que iba en contra de las enseñanzas religiosas.

Sin embargo, las ideas de Herzl fueron abrazadas por una gran cantidad de judíos europeos que estaban cansados de la discriminación, la exclusión y los ataques a sus comunidades. De esta manera, en 1897 se celebra el primer congreso sionista en Basilea, Suiza, y se abren oficinas para el Movimiento Sionista en Viena.

En el congreso de Basilea, Theodor Herzl fue designado Presidente del Movimiento Sionista, y desde entonces y hasta su muerte en 1904 trabajó intensamente en labores diplomáticas para encontrar un país que quisiera ceder parte de su territorio para fundar la patria judía. Finalmente encontraría dicho apoyo en Joseph Chamberlain, Secretario de Estado para las colonias del Imperio Británico. También en Basilea se adopta el poema Hatikva como himno (que más tarde se convertiría en el Himno Nacional de Israel) y se diseña una bandera.

En 1902, Herzl publica su obra "Altneuland" (la Vieja Tierra Nueva), en donde describe cuál es su ideal respecto al país judío, el cual tendría que ser una nación democrática, moderna, próspera, secular, a favor de la paz, que impulsara la ciencia y la tecnología, que fuera "una luz para las naciones" tal como lo dice el texto bíblico. Años más tarde, muchos judíos le dieron a Theodor el sobrenombre de "el profeta de Sión", pues precisamente en este texto, Herzl declara que en ese momento una patria judía parece una utopía pero que dentro 50 años sería una realidad, aproximadamente cincuenta años después se funda el Estado de Israel.

El Movimiento Sionista toma su nombre de Sión, fortaleza jebusea mítica tomada por el rey David, la cual se menciona en los relatos bíblicos que la ubican a las afueras de Jerusalem en las colinas del Monte Sión, centro espiritual y madre de todos los pueblos según los salmos. Sión fue también el nombre utilizado durante siglos para referirse a Jerusalem, al Beit Hamikdash (el Gran Templo de Jerusalem) y a la tierra prometida en general.

El lema del Movimiento Sionista es "Si lo quieren no será una leyenda".

Para saber más de Theodor Herzl puedes visitar:

EL ANTISEMITISMO

La palabra "antisemitismo" surgió en 1879. Fue usada por primera vez por el escritor alemán Wilhelm Marr en su ensayo "La senda a la victoria de la esencia alemana sobre el judaísmo".

WILHELM MARR, ANTISEMITISMO



Wilhelm acuñó la palabra "antisemita" como eufemismo para el término alemán Judenhass "odio a los judíos". Él aseguraba que los judíos y alemanes habían sostenido una lucha por siglos debido a su origen racial, la cual no terminaría hasta victoria de una de las razas y la muerte de la otra. Por lo tanto, la asimilación de los judíos no eliminaba el "problema" y por el contrario, les otorgaba a ellos el control de la economía y de la industria.

Desde la percepción de Wilhelm, si los judíos ganaban, la consecuencia sería la aniquilación del pueblo alemán. Para evitar este dramático fin, funda la Liga de Antisemitas, que abogaba por la expulsión de todo judío de Alemania.

Wilhelm fue de los primeros en otorgar, en base a conceptos pseudocentíficos, un sentido racial a la palabra "semita", la cual originalmente se refiere a las personas cuyo idioma materno es derivado de alguna de las lenguas semitas, una rama que abarca muchos idiomas en ciertas regiones de oriente medio, áfrica y asia, incluyendo el árabe y el hebreo aunque actualmente también hay otros dialectos que están en esta categoría como el tigriña.

El término "semita" que se usa para nombrar esta familia de lenguas, se deriva de la historia Bíblica de Sem, hijo de Noé, cuyos descendientes, según el relato, poblaron el medio oriente y fundaron los antiguos pueblos que conformaban Mesopotamia.

Como el término se aplicaba a la lengua, fue fácil que algunos lo relacionaran con ciertos grupos étnicos, aún cuando siglos después estos desaparecieran como fue el caso de Babilonia y Fenicia. Aunque Wilhelm de los primeros en aprovecharse de esta mala interpretación de "pueblos semitas", se tiene registro de escritos que hacían alusión a ello desde 1807. Es por ello, que el término correcto para nombrar el odio hacia los judíos es "judeofobia" y no "antisemitismo", si bien Wilhelm se encargó de popularizar este último y aprovecharlo para extender el odio marcado hacía los judíos e inferiorizarlos en términos raciales completamente equívocos.

En realidad, Wilhelm era el ejemplo clásico de las consecuencias de la Haskalá y la incorporación de los judíos del gueto al mundo secular. Cuando Mendelssohn promovía entre los guetos la idea de salir y conocer de ciencia, lo hacía entre muchas razones para tratar de acabar con la discriminación hacia el pueblo judío, que entonces era visto como ignorante.

Sin embargo, los ideales de Mendelssohn no se cumplieron. A pesar de que ahora los judíos estudiaban y se destacaban en la adquisición de conocimiento, muchas personas, tanto laicas como cristianas, vivieron esto como una invasión y una amenaza a sus sociedades, puesto que el prejuicio y la discriminación hacia el judío ya estaba muy arraigado en Europa desde hacía siglos. Personas como Wihelm, sólo añadieron un pretexto pseudocientífico para justificar su odio irracional.


¿CÓMO SURGIÓ EL ODIO HACIA LOS JUDÍOS?


Aunque no hay en realidad un motivo real para odiar un grupo en particular, pues la discriminación se deriva de conceptos irracionales, se cree que la base de la judeofobia tuvo sus orígenes después de la destrucción, por parte de Roma, del Beit Hamikdash (El Gran Templo de Jerusalem), en el año 70 de nuestra Era.

Antes de la destrucción del Templo había principalmente tres grupos de judíos: saduceos (vinculados al Templo y que desaparecieron después de su destrucción), fariseos (liberales que se oponían a los saduceos y aceptaban hubiese una interpretación de los textos de la Torá), y esenios (que se refugiaron en cuevas para proteger sus escritos y fueron totalmente aniquilados por los romanos). Adicionalmente habían comenzado a surgir varias sectas mesiánicas que trataban de poner fin a los efectos de la dominación romana, entre ellos los cristianos.

Los sobrevivientes a la destrucción del Beit Hamikdash fueron los fariseos y los cristianos, que muy pronto entraron en competencia por captar a los judíos que habían sido dispersados.

Los fariseos aseguraban que sólo ellos tenían la autoridad para interpretar la Torá a través de la Torá Oral que habían recibido de generación en generación, esto con el objetivo de contrarrestar las interpretaciones que estaban haciendo los cristianos. De esta manera se fundan las primeras academias y comienza a surgir la figura de "rabino" y la construcción de la halajá.

Por su parte, los cristianos tratan de separarse claramente de los fariseos, y comienzan a criticar las nuevas reglas que ellos tratan de imponer alegando que se centran demasiado en el mundo físico y no en el espiritual, y que por lo tanto se están alejando de Dios con esas prácticas.

Ambos grupos entran entonces en un período de antagonismo tratando de desligarse el uno del otro. La tensión alcanza su punto clave cuando comienzan a ponerse por escrito las reglas de cada cual: el Talmud por parte de los rabinos, los Evangelios por parte de los Cristianos.

A tal punto creció el odio entre ambos grupos, que a finales del siglo I, el rabino Gamliel ordena a su discípulo Samuel "el pequeño" escribir una maldición en contra de los sectarios cristianos, la cual es conocida como Birkat HaMinim, en donde se ruega a Dios que triture, destruya y humille a todos los malvados.

Por su parte, los cristianos elaboran el Evangelio según San Juan, en donde se dice que los judíos son hijos del Diablo (en este texto se basa la posterior iconografía que se hiciera de los judíos durante la Edad Media).

Anteriormente, en los evangelios conocidos como "sinópticos", las críticas eran dirigidas  principalmente a los saduceos (que eran los representantes "oficiales" de los judíos en la época de los romanos) y a los fariseos, por tratarse de su grupo opositor; pero a partir del evangelio de Juan, los cristianos se separan definitivamente de los judíos y se comienzan a ostentarse como el nuevo grupo elegido por Dios.

Esta idea de "sustitución" es en realidad una evolución que tuvieron que hacer los cristianos para tratar de explicarse la muerte de su Mesías. A la muerte de Jesús, sus discípulos tenían que explicar por qué el que ellos consideraban como Mashiaj había muerto, por lo que dieron a ese hecho una explicación mística: que la muerte de Jesús era necesaria para redimir al mundo. Y para ello, culparon de su muerte no a los romanos ni a su gobernador, que eran los únicos que podían dar el castigo de la crucifixión, sino a los líderes judíos (líderes según la visión de Roma), y para ello se apoyaron en los escritos de los profetas que criticaban severamente al pueblo hebreo.

Sin embargo, al incrementarse la influencia de los rabinos, los cristianos deciden separarse del judaísmo argumentando que los judíos (rabinos y sus seguidores) son unos ciegos que no quieren aceptar que la llegada de Jesús estaba anunciada, adoptando una interpretación cada vez más fundamentalista de los libros de los profetas. De esta forma, el cristianismo se centró más en la prédica hacia los gentiles, los no judíos, y poco a poco fue llegando a las familias de la elite romana hasta el punto de convertirse en la religión oficial del Imperio en el siglo IV (lo cual fue posible gracias a los privilegios que recibieron durante el gobierno de Constantino El Grande).

Con el tiempo y ante estas ideas, los posteriores Padres de la Iglesia se convencen de que el pueblo judío se había apartado de Dios, que la halajá de los rabinos es algo materialista e inferior y que la Iglesia es espiritualmente superior. De esta manera, establecen una dicotomía judaísmo-cristianismo, en donde unos son un pueblo malo y falso, y el otro el bueno y verdadero, y que las profecías de castigo son para los judíos mientras que las de reconciliación son para los cristianos.

Todas estas posturas se establecen oficialmente durante el Concilio de Nicea I convocado por Constantino.

El Concilio de Nicea I se convocó en el año 325 por consejo del Obispo Osio de Córdoba. El objetivo era establecer la paz religiosa y unificar al cristianismo, que por aquel entonces tenía diversas creencias, particularmente las que se debatían sobre el origen divino de Jesús (el Arrianismo por ejemplo, sostenía que Jesucristo no era Dios mismo, aunque sí el primer ser creado en el mundo).

Constantino no era cristiano todavía en ese momento, puesto que no se había bautizado; sin embargo, como emperador, le preocupaba que la división religiosa pudiera fracturar el Imperio romano. Él veía en el cristianismo una oportunidad para unificar a Roma, ya que los cristianos estaban organizados jerárquicamente y tenían comunidades extendidas por todo el territorio, lo cual le permitía obtener información de primera mano a través de los obispos y arzobispos.

Por otra parte, Constantino entendía que la religión podía ayudar a controlar a los ciudadanos de una forma no sólo legal sino también moral. De esta manera, accede al Concilio (con el previo antecedente del Concilio de Arlés en donde se había pedido la intervención imperial) y convocó a todos los obispos romanos aunque no asistieron en su totalidad.

Durante el Concilio de Nicea I se establecieron duras restricciones hacia los judíos y hubo quien se refirió a ellos como "secta malvada y perversa", "parásitos", "asesinos del Señor". Los aproximadamente 300 obispos asistentes resolvieron romper toda relación con el judaísmo.

Entre las muchas prohibiciones se estableció que judíos y cristianos no podrían más adorar ni rezar juntos, puesto que el Concilio adoptó importantes dogmas para la fe cristiana:

1. Que Jesucristo era Dios.

2. Que el pueblo judío era culpable de deicidio al haber matado a Cristo.

3. Que el nombramiento de los judíos como pueblo elegido había pasado a manos de los cristianos y ahora ellos eran el "Nuevo Israel".

Los padres de la Iglesia comenzaron a difundir sus ideas en diversos sermones y discursos que se han catalogado como "Adversus Judaeos", que significa "contra los judíos".

El ejemplo más vivo de esta ideología fue el arzobispo Juan Crisóstomo (Crisóstomo significa "boca de oro"), quien fuera famoso por sus sermones antijudíos en donde tildaba a los judíos de bandidos, asesinos, mentirosos, gente rapaz y muchos otros apelativos. También decía que las sinagogas eran casas de prostitución cavernas de ladrones y cuevas de animales salvajes y sanguinarios.

Estos sermones llegaron a propiciar la aparición de ataques esporádicos hacia las comunidades judías durante el siglo IV, e incluso quema de sinagogas, pero no era un escenario recurrente.

Entre los edictos que lanzó el Concilio de Nicea, estaban:

  • La Pascua debía ser celebrada en una fecha fija separada del calendario judío.
  • Quien persiguiera a los judíos se haría acreedor a la Gracia Divina.
  • El "Día de reposo" se celebraría el domingo y no el sábado.
  • Abolición de la circuncisión.
  • Se destierran las tesis arrianas que niegan la divinidad de Jesús.
  • Se acuerda que la fecha de nacimiento de Cristo es el 25 de diciembre.
  • Se establece el Credo Niceno para definir las principales creencias del cristianismo: que hay un Dios, un Señor (amo) llamado Jesucristo que es unigénito y consubstancial de este Dios, que a través de Jesucristo se creó el mundo y todas las cosas que en él hay, que se hizo carne para la salvación de la humanidad, sufrió, murió y resucitó al tercer día, y que algún día vendrá para juzgar a vivos y muertos.
  • Se canonizan los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, considerando el resto (más de 250) como apócrifos y castigando su posesión con pena capital.
  • Surge la Iglesia Católica.

Cuando el Cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano (en el año 380 a través del edicto de Tesalónica), los judíos perdieron muchos de los derechos de ciudadanía que había otorgado el emperador Caracalla a principios del siglo III.

Con el reinado de Constantino II, las restricciones hacia los judíos fueron creciendo cada vez más: se les prohibió casarse con cristianos, tener esclavos cristianos, y la conversión al judaísmo se castigó con leyes más severas, esto debido al temor de que los nuevos conversos al cristianismo entraran en contacto con el judaísmo y lo prefirieran.

Para el siglo V, la nueva Iglesia ya había obtenido el permiso legal para destruir cualquier obra que se opusiera a lo aprobado en el Concilio de Nicea, con el pretexto de proteger al catolicismo del paganismo. Comienza una nueva era de intolerancia religiosa.

De esta destrucción se salvó el pueblo judío, puesto que de él emanaban las bases del cristianismo. De hecho, hasta el año 1096, la postura oficial de la Iglesia Católica hacia los judíos fue la promovida por San Agustín: que estaban condenados a una vida miserable por haber rechazado a Jesús, y que su condición y existencia servían para demostrar la victoria de la Iglesia, por lo tanto no debían ser atacados ni tratados de convertir por la fuerza.

Como ya vimos, esta "tolerancia" se comenzó a desdibujar con las Cruzadas, y la animadversión hacia el judío fue aprovechada por los políticos y soberanos de la Edad Media para hacerse de dinero, poder y propiedades, hasta que finalmente los judíos fueron expulsados de diversas partes de Europa y confinados a Guetos.

Este odio construido y alimentado por generaciones en Europa, penetró finalmente las esferas laicas, de las cuales comenzó a surgir la judeofobia moderna bajo el nombre mal usado de "antisemitistmo", siendo el ejemplo más claro el Holocausto creado por el Nacional Socialismo en Alemania, durante la Segunda Guerra Mundial.