Después del edicto de expulsión de Granada en 1492, muchos judíos tuvieron que salir de España. Buscando un nuevo hogar, varios de ellos se asentaron en Venecia, Italia, incluyendo a Isaac Abrabanel, líder político y religioso que se asentó en Venecia en 1503.
En poco tiempo, de haber unos pocos judíos, Venecia comienza a recibir a miles, todos ellos de diferentes partes del mundo y hablando diversos idiomas, uniendo culturas ashkenazi y sefaradí. Debido a la gran cantidad de judíos inmigrantes, y ante el miedo de "la contaminación judía", la Iglesia Católica decide concentrarlos a todos en un sólo lugar, es así como sea crea el ghetto de Venecia en 1516.
Comienzan entonces a surgir ghettos por toda Italia en lugares como Roma, Padua y Mantua. Debido al hacinamiento, el ghetto era un lugar insalubre y pobre; sin embargo, en este lugar los judíos gozaban de un poco más de libertad para practicar su fe, tenían un lugar para vivir en una época en donde estaban siendo expulsados de todos los territorios, muchos de ellos comenzaron a estudiar en las universidades, componer música, e incluso exigir que tuvieran los mismos derechos civiles que el resto de los habitantes, así lo hacía por ejemplo, el rabino Simja Luzzato.
La época del ghetto de Venecia, coincide con la invención de la imprenta, y esta ciudad se convierte en uno de los centros más importantes de impresión. La impresión de libros en hebreo se incrementó considerablemente, en este tiempo se comienza a imprimir el Talmud. Muchas de estas impresiones son realizadas por cristianos en colaboración con judíos.
La impresión de esta gran cantidad de libros, permitió que muchos judíos de otras partes del mundo se conectaran y conocieran lo que otros judíos estaban pensando. Judíos de diferentes lugares, podían estudiar del mismo libro, cosa que no había sucedido hasta ese momento.
Además de Venecia, el Imperio Otomano también abrió sus puertas a los judíos expulsados de España. Así se abrieron centros de tradición rabínica en lugares como Salónica, Cairo, Constantinopla y Tzfat (Safed), esta última al norte de Israel. Aunque la mayoría de los judíos que llegaron a Safed trabajaban produciendo y vendiendo telas, una minoría de rabinos y pensadores se vieron inspirados por este lugar, entre ellos Iosef Karo, creador del Shuljan Aruj (libro publicado en Venecia en 1565) e Isaac Luria, comienza a surgir el misticismo judío.
El misticismo judío retiene la tradicional disciplina de la Tora y sus mitzvot, pero sostiene la idea de que cada mitzvá tiene un impacto cósmico que no figura en la literatura rabínica, es decir, se cree que las mitzvot no sólo sirven para delimitar la práctica judía, sino para atraer la presencia divina en la tierra.
Por su parte, Isaac Luria se comenzó a hacer de seguidores en Safed, debido a sus interpretaciones cabalísticas sobre la creación, ruptura, reparación y rendición del alma individual, nacional y cósmica judía. Este concepto cabalístico fue en realidad muy poco comprendido, pero la idea de una corrección cósmica a través de un proceso llamado tikún (en hebrero "corrección") se convirtió en un ideal tremendamente popular para los judíos en su exilio.
Muchos judíos, que vivían hasta ahora con sentimientos de desamparo después de tantas persecusiones y pérdida de identidad, encontraron en la Cabalá de Luria un sentido para sus vidas: la misión cósmica de unificar al pueblo para corregir, enmendar y unificar. De esta manera, el mundo podía convertirse en un verdadero paraíso, siempre que cada judío se conectara con Dios a través de las mitzvot.
El misticismo judío representa un intento de interpretar los valores religiosos del judaísmo en términos místicos, concentrándose en la idea de que Dios se manifiesta en los actos de la creación, la revelación y la redención, toda una esfera del ámbito de la divinidad, donde subyace el mundo de nuestras experiencias sensoriales y que está presente en todo lo existente, lo que los cabalistas llaman el mundo de las sefirot.
De acuerdo con los estudiosos, el auge de la mística judía se debió a una ruptura entre la realidad y la razón, ya que los judíos buscaban una causa lógica para las constantes adversidades y simplemente no la había.
Respecto a los discípulos de Isaac Luria, varios de ellos se volvieron locos. Este tipo de pensamiento místico, creaba una desconexión tal con la realidad, que la persona se veía envuelta constantemente en éxtasis que la llevaban a aislarse, hablar sola, tener alucinaciones, desarrollar movimientos corporales compulsivos, etc.
Tal fue el caso de Shabtai Tzvi, quien tras estudiar las ideas de Luria cae un estado alterado de conciencia que lo lleva hacia la locura (de ahí el término "lurias" para referirse despectivamente a los enfermos mentales). A pesar de su alteración, Tzvi se llega a hacer de varios seguidores, y buscando una cura para su estado mental se encuentra con el carismático Nathan de Gaza (otro místico que consideraba que el alma de Masiahj estaba vinculada con el Árbol de la Vida desde el principio de los tiempos), quien lo convence de que su trastorno no es tal, sino de que es el mismo Mesías.
Así, los seguidores de Shabtai Tzvi se convencen de que es el Mesías, e incluso llegan a violentar una sinagoga tratando de que la comunidad acepte esta idea. Es expulsado y en 1666 es capturado en Turquía en donde, amenazado de muerte, se convierte al islam, lo cual es imitado por sus discípulos fundando así la secta de los sabateos: gente convertida al islam, pero que sigue practicando judaísmo en secreto.
Varios de los seguidores de Shabtai eran descendientes de judíos conversos, aquellos que tuvieron que convertirse antes de la expulsión para conservar sus bienes, por lo que tenían más tradición cristiana que judía. Ello les llevó a interpretar que la conversión de su mesías fue un acto de sacrificio en donde él había tenido que descender al reino del mal, mediante el pecado de la conversión al islam, para realizar un tikun y liberar las últimas chispas divinas de esa religión para redimir así al pueblo judío y la humanidad, por lo tanto Shabtai se estaba sacrificando en nombre del pecado de todos los hombres para traer la redención. Finalmente Shbtai Tzvi se vuelve tan loco que termina por afirmar que él mismo es Dios.
Durante el auge del misticismo en Safed comienza a circular el libro del Zohar (esplendor), primero en sus versiones manuscritas, y posteriormente impreso en el año 1558 en Mantua. Su origen se atribuye a Rabí Simón ben Iohay, un rabino del siglo II durante la persecución romana, pero algunos dicen que su autor es en realidad Moisés de León, el judío que lo publicó por vez primera en siglo XII, quien de acuerdo a la tradición lo compuso mediante revelación divina.
El Zohar se convierte en el libro central del movimiento cabalístico, está escrito en arameo y comprendida por midrashim orgarnizados según las parashiot. Debido a su contenido, se sabe que fue escrito en la Edad Media y tratado de traducir al arameo, esto es visible debido a los numerosos errores de ortografía que contiene y a las diversas referencias que se hacen de la época a lo largo de toda la obra. Es muy posible que su autor haya sido de origen sefaradí, y los expertos en el tema sostienen que es muy probable que se haya tratado de Moisés Cordovero. El Zohar analiza los textos bíblicos para extraer de ellos un significado oculto.
Algunos de los principales rabinos místicos:
Isaac Luria (El Ari, 1534-1572): Fundador de la escuela cabalística de Safed. De origen ashkenazí, emigró después casarse con una mujer sefaradí. Consagró su vida al Zohar y obras cabalísticas anteriores, comenzando a llevar una vida ascética al punto de tener visiones. Instalado en Safed enseñaba Cabalá en las sinagogas, difundiendo las ideas de Moisés Cordovero, con quien estudió la muerte de éste. El Ari creó una forma de aplicar la Cabalá, de tal manera que pudiera ser practicada por cualquier persona sin necesidad de ser un virtuoso. Luria no dejó escrita ninguna de sus enseñanzas, sino que fueron sus discípulos quienes las plasmaron en libros como "El árbol de la vida" y "ocho puertas" compilados por Rabí Jaim Vital.
Moisés Ben Yacov Cordovero (El Ramac, 1522-1570): Originario de España emigró a Safed, era erudito en Talmud. A los veinte años, su amigo, el rabino Salomón Alkabetz (autor del himno Leja Dodí "Viene mi amado para recibir a la novia"), lo convenció para empezar el estudio del Zohar. En 1548 terminó de escribir Pardes Rimonin (Jardín de Granadas), y en 1550 fundó una academia de estudios cabalísticos en Safed. Su principal obra fue Or Yacar (Luz Preciosa), un análisis del Zohar, la cual se convirtió en uno de los métodos clásicos para la interpretación cabalística.
Iosef Caro (1488-1575): Su padre era un eminente talmudista, siendo de los judíos expulsados durante el Edicto de Granada, cuando Iosef tenía cuatro años. En 1520 comienza a interesarse por la mística y a practicar Cabalá, a partir de entonces tuvo visiones que tomó por revelaciones, en 1538 fundó una yeshivá en Safed. Fue creador del Shulján Aruj (La mesa puesta).
Rabí Yitzhak Saggi Nehor (Isaac El Ciego, 1160-1235): Hijo de un talmudista, se le atribuye la autoría del Sefer Ha-Bahir (Libro de la Claridad), un texto antiguo de Cabalá publicado en Provenza, Francia, en 1176. Fue fuertemente influenciado por la filosofía del neoplatonismo.
Abraham Abulafia (1240-1291): Cabalista español nacido en Zaragoza. En 1281 trató de convertir al papa Nicolás III al judaísmo, pensaba que el mesías llegaría en 1290. Escribió "Los secretos de la Guía" y "Comentarios a la Guía de Perplejos". Intentó popularizar un método de conocimiento místico llamado "Camino de las ideas", consideraba que el hombre, en su estado de éxtasis, podía llegar al auto conocimiento, por lo que fomentaba la meditación y otras enseñanzas muy similares al yoga y el tantra (solía representar a la Torá mediante la imitación corporal de la forma de las letras hebreas).
La palabra Cabalá significa "recibir". Es una filosofía mística, sus seguidores afirman que se trata de una información recibida por Dios en el Sinaí dentro de la Torá Oral, la cual pasó de Moisés a Josué. Hay varios textos al respecto, los principales de ellos son el Séfer Ietzirá (Libro de la Creación) y el el Zohar, productos de esta filosofía. El Séfer Ietzirá es citado en el Talmud, la obra no es mayor a 1300 palabras y se desconoce su autoría aunque la tradición suele atribuirse al patriarca Abraham, algunos estudiosos consideran que es de origen babilónico y que fue redactado durante la época de la Mishná en el siglo II.
La fortaleza del misticismo comenzó en la Edad Media, con el Zohar. Durante el auge de los cabalistas de Safed, el misticismo no estaba acreditado por los rabinos serios de la época y fue ampliamente criticado; pero el pueblo, poco educado, lo aceptó y siguió a sus líderes debido a esta forma alternativa de ver al mundo, aún en contra del rabinato, los judíos humildes preservaron las prácticas cabalísticas y las hicieron parte de la identidad judía.
Rituales como Kabalat Shabat, o las canciones Adom Olam y Leja Dodí, son prácticas cabalísticas que fueron adoptadas por los judíos de Safed debido en buena parte a los sentimientos esperanzadores que en ellos generaba, les parecían acciones bellas, agradables y nuevas (por ejemplo, los cabalistas recibían Shabat en los bosques, entrando en contacto con la naturaleza para recibir a la novia).
Fue tanta la popularidad de los rituales cabalísticos que, a pesar de no estar respaldados en ninguna parte de la Torá, los rabinos terminaron por aceptarlos e incluirlos en la liturgia. También aceptaron el estudio de la Cabalá, pero consideraban, debido a los efectos que observaban en sus seguidores, que no era apto para cualquier persona y que por lo tanto debía restringirse sólo a sabios con ciertas características: Ser varón judío casado, mayor a cuarenta años, y docto es Torá escrita y Talmud.
Así mismo, comenzaron a surgir ciertas formas de enseñanza cabalística más organizadas. Por ejemplo, un rabino podía enseñar todas las generalidades de la Cabalá a sus discípulos, pero sólo elegirá a uno para adentrarlo en los secretos más profundos, este elegido debe comenzar de nuevo con el ciclo y conseguir nuevos alumnos.
Para sustentar la creencia de que la Cabalá no debía ser estudiada por cualquiera, los rabinos se apoyaban en una historia del Talmud, la cual narra como tres rabinos entraron al Pardes, lugar en donde se encontraba todo el conocimiento supremo de lo que Dios enseñó en Gan Edén. De los tres uno quedó loco, otro murió y el último se hizo ateo.
De acuerdo al Talmud, el Pardes es la Cabalá, y sólo un sabio ha podido entrar y salir cuerdo: Rabí Akiva (Akiva Ben Iosef, perteneciente a la tercera generación de los Tanaim).
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