El fundador del Movimiento Sionista fue Theodor Herzl, un periodista austro-húngaro que vivió a finales del siglo XIX.
Aunque Theodor provenía de una familia judía, él en sí no se consideraba como judío puesto que no era practicante en ningún sentido, creía de hecho que todos los problemas del judaísmo, incluyendo la discriminación, provenían de la práctica religiosa y que la única forma de acabar con ellos era a través de la conversión masiva al cristianismo; sin embargo, cambió drásticamente su opinión a partir del caso Dreyfus.
El caso Dreyfus fue un escándalo muy sonado sobre discriminación, particularmente judeofobia, que se dio en París, Francia, en 1894. Ese año se acusó a Alfred Dreyfus, un capitán del Ejército Francés, de espionaje y de haber entregado documentos secretos a los alemanes, esto sin haber una sola prueba de por medio. Dreyfus fue juzgado en el tribunal militar y condenado a cadena perpetua por el delito de "alta traición", castigo que habría de cumplir en la Isla del Diablo, una prisión de máxima seguridad ubicada en la Guyana francesa.
A pesar de que la familia de Dreyfus reunió las pruebas necesarias para comprobar su inocencia e incluso encontró al verdadero traidor, el tribunal no quiso retirar la condena, lo cual fue celebrado por sectores conservadores de la sociedad francesa. Muchos grupos antisemitas consideraron esto como una victoria e iniciaron varios ataques a las comunidades judías, hubo varios muertos.
No había ninguna prueba de culpabilidad en Dreyfus, había sido acusado por sus propios compañeros cuando supieron que provenía de una familia judía aunque él era un hombre laico que no se interesaba por la religión y que había dedicado casi toda su vida al servicio del ejército. Al saber esto, varios intelectuales de la época se pronunciaron a favor de Dreyfus y su libertad. Al mismo tiempo la prensa antisemita incrementó sus publicaciones, particularmente las del caso Dreyfus. el caso empezó a trascender en los medios y a nivel internacional, y sociedad francesa se polarizó entre los que estaban a favor y contra del capitán acusado.
E conflicto llegó a tal grado que el tribunal tuvo que reabrir el caso, aunque nuevamente falló en contra de Dreyfus, pero esta vez, por circunstancias "atenuantes", le dieron diez años de prisión. Finalmente el Presidente de Francia, Emile Loubet, le concedió un indulto; pero la inocencia de Dreyfus fue reconocida hasta 1906. Dreyfus se reincorporó al ejército como Comandante.
En ese entonces, Theodor Herzl estaba cubriendo el caso para el diario el "Die Freie Presse" de Viena. Le impresionó sobremanera la literatura antijudía que se dio en gran parte de la prensa francesa y se comenzó a sentir identificado con el caso, pues se dio cuenta de que la práctica religiosa no era la razón de la judefobia, sino sólo el hecho de haber nacido en una familia judía o tener algún familiar judío. Se preguntaba como podía suceder eso en un país tan civilizado como Francia, y por primera vez fue consciente de que algo así podía sucederle a él, aunque no fuera religioso.
Uno de los sucesos que más le impactaron, fue durante la ceremonia de degradación de Dreyfus. Al salir del edificio, los numerosos asistentes ahí congregados empezaron a gritar consignas como ¡Muere Dreyfus! ¡Muerte a todos los judíos!
Con este caso, Herzl se dio cuenta de que en realidad no había forma de combatir el antisemitismo, ni siquiera asimilándose y dejando se ser judío, como era el caso de Alfred Dreyfus y el suyo propio. Entonces comenzó a surgir en él un sentimiento nacionalista acorde a la época, y llegó a la conclusión de que los judíos estaban expuestos al odio y la destrucción porque sus propios países los consideraban extranjeros y no les concedían la protección que todo Estado debiera dar a sus ciudadanos, luego entonces consideró que la única solución era que los judíos contaran con su propia patria y un Estado que los defendiera y les permitiera vivir con libertad.
En su obra "Den Judensatat", "El Estado Judío", publicada en 1896, Theodor Herzl desarrolla sus tesis nacionalistas. Este texto no fue bien recibido por el Movimiento Reformista, quien en sus inicios tenía firme creencia de que no era necesario llegar a tal extremo, sino que un judía podía perfectamente conservar su identidad religiosa y ser al mismo tiempo un ciudadano que viviera de acuerdo a la cultura de su propio país. Los sectores más ortodoxos tampoco aceptaron el ensayo, al considerar que iba en contra de las enseñanzas religiosas.
Sin embargo, las ideas de Herzl fueron abrazadas por una gran cantidad de judíos europeos que estaban cansados de la discriminación, la exclusión y los ataques a sus comunidades. De esta manera, en 1897 se celebra el primer congreso sionista en Basilea, Suiza, y se abren oficinas para el Movimiento Sionista en Viena.
En el congreso de Basilea, Theodor Herzl fue designado Presidente del Movimiento Sionista, y desde entonces y hasta su muerte en 1904 trabajó intensamente en labores diplomáticas para encontrar un país que quisiera ceder parte de su territorio para fundar la patria judía. Finalmente encontraría dicho apoyo en Joseph Chamberlain, Secretario de Estado para las colonias del Imperio Británico. También en Basilea se adopta el poema Hatikva como himno (que más tarde se convertiría en el Himno Nacional de Israel) y se diseña una bandera.
En 1902, Herzl publica su obra "Altneuland" (la Vieja Tierra Nueva), en donde describe cuál es su ideal respecto al país judío, el cual tendría que ser una nación democrática, moderna, próspera, secular, a favor de la paz, que impulsara la ciencia y la tecnología, que fuera "una luz para las naciones" tal como lo dice el texto bíblico. Años más tarde, muchos judíos le dieron a Theodor el sobrenombre de "el profeta de Sión", pues precisamente en este texto, Herzl declara que en ese momento una patria judía parece una utopía pero que dentro 50 años sería una realidad, aproximadamente cincuenta años después se funda el Estado de Israel.
El Movimiento Sionista toma su nombre de Sión, fortaleza jebusea mítica tomada por el rey David, la cual se menciona en los relatos bíblicos que la ubican a las afueras de Jerusalem en las colinas del Monte Sión, centro espiritual y madre de todos los pueblos según los salmos. Sión fue también el nombre utilizado durante siglos para referirse a Jerusalem, al Beit Hamikdash (el Gran Templo de Jerusalem) y a la tierra prometida en general.
El lema del Movimiento Sionista es "Si lo quieren no será una leyenda".
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